domingo, 14 de marzo de 2010

Los colores. RAMON BEOVIDE

Era una tarde celestial de amores
en que juntos los dos, los dos soñamos
y oimos que hablaban los colores
aquella tarde celestial de amores
aquella tarde en que los dos soñamos.
-Yo soy, nos dijo el verde, la quimera
dulce e inmortal que a lo sublime alcanza,
yo soy la imaginaria primavera
que en el mundo se llama, ¡la esperanza!
Yo soy resurrección porque de nuevo
vida doy a las hojas del boscaje,
cuando mis tintes pronunciados llevo
a las aguas del mar, soy el oleaje.
Yo tengo dos grandezas y recibo
un lugar en los héroes de la historia
yo soy paz modelándome en olivo
y en laurel modelándome, soy gloria.

Yo soy el gris, y en venganza yo quisiera
todo teñir cuanto en el orbe existe,
porque no hay en el mundo quien me quiera
yo soy el gris abandonado y triste.
Jamás el poeta en su cantar me encumbra
como a veces al negro ha levantado,
¿ será porque vegeto en la penumbra?
¿ será porque en el cielo soy nublado?
Pues yo impregno el espacio en esa hora
en que se apaga el sol y muere el día,
yo impregno el alma del que sufre y llora
y voy a ser allí, melancolía.

Soy color de Rosa, el más risueño
de cuanto existe en la creación de ahora,
en la mente del hombre, soy ensueño,
enfundado en el orto, soy aurora.
En grumos al cuajarme, yo soy flores
y bordo la pradera y el boscaje,
difundido en el alma soy amores
esparcido en ocaso, soy celaje.
Al teñir una luz color de rosa
languideces difunde lo que veo
y afelpando las carnes de una hermosa
yo soy fiebre de amor, ¡soy el deseo!

Y escuchamos la voz del amarillo:
si no tengo cual otro mil fulgores
yo soy fecundidad, ved como brillo
coronando el estigma de las flores.
En las noches de angustias y de luto
soy de los cirios resplandor siniestro,
y sobre el rostro sin color y enjuto
¡soy la profunda palidez del muerto!
¿Y habrá color que como yo consiga
ser a un tiempo humildad y ser tesoro?
coronando a las mieses, ¡soy espiga!
coronando a los reyes ¡soy el oro!

Y el rojo prorrumpió: ¿quién abarca
mi majestad a un tiempo y mi belleza?
yo prendido en los hombros del monarca
soy púrpura real, soy la grandeza.
Soy el emblema del amor violento,
nunca en exesos de heroismo escaso
por las tardes a veces me presento
como sangre que hierve en el ocaso.
Soy fuego, que en las arterias líquido
la mente ofusco y la razón golpeo,
yo dejo el tálamo nupcial manchado,
soy la dicha mayor, ¡soy himeneo!

Yo soy el negro, el color de la tristeza,
el color sin matices ni destellos
pero siempre gentil; de una cabeza
desprendida en cascadas, soy cabellos.
Soy el caos confundiéndome en mí mismo,
arcano soy junto a la fosa abierta
y en la negra oquedad soy el abismo,
y soy en las tinieblas la luz muerta.
Soy esos crespones en un cielo
de tempestad que embravecido zumba,
yo lleno el alma de terror y duelo
¡soy la noche infinita de la tumba!

Y el blanco prorrumpió: yo, desde el cielo
en torrentes de luz broto del astro,
y si en nítidas masas me congelo
soy mármol, granito y alabastro.
En la bóveda azul yo soy la estrella
de mágico e incesante centelleo
y en la honda cascada espumeo

Tengo en las flores singular belleza,
tengo en la hostia castidad sagrada,
y en un velo de amor tengo pureza,
tesoro de la virgen desposada.

Y habló el azul para decirnos luego:
si buscais un color, tomad el mío
yo soy tranquilidad , ved como juego
sobre las ondas del callado río.
Tengo mucho de lánguido y de vago
en los ojos de azul, ojos de amores
en las aguas dormidas en el lago
y en la musa de azul de los cantores.
En gotitas cuajadas soy zafiros
soy de los justos incesante anhelo
a mí llegan plegarias y suspiros
porque soy la esperanza ¡yo soy el cielo!

Dijeron y callaron los colores;
¡ah! pero entonces de erotismo loca
la mujer de mis cándidos amores
¡desposó nuestras almas,con su boca!
- Quiero que impregnes con azul tus versos
me dijo, él es tranquilidad bien mío
tiene del lago los cristales tersos
juega en las ondas del callado río.
Haz que en ellos palpite el que es pureza
tesoro de la virgen que se adora;
y el otro aquel de la sin par belleza
que es en el orto, al esfumarse, aurora.
Imprégnalos de rojo, es mi deseo,
es el emblema del amor sagrado,
es la dicha mayor, es himeneo
¡si deja el tálamo nupcial manchado!

Y así, una tarde celestial de amores
en que junto los dos, los dos soñamos,
en su lengua nos hablaron los colores
¡aquella tarde celestial de amores
aquella tarde en que los dos soñamos!

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