domingo, 28 de diciembre de 2014

Poemas de Ramón Triay Pedrero

Quiero ser viento


Y poblaré el universo
cuando llegue mi momento,
daré al amor movimiento,
y a cada mundo cantaré un verso.

A mis hermanos del Cielo
diré mi sueño, diré mi anhelo,
¡quiero conocer al dueño
de mis espacios, de mis momentos!

Y en cada instante en mi locura
vivo la duda de estar consciente,
y aunque aferro mi cuerpo a la tierra
van mis impulsos a las alturas.

¡Quiero ser éter, quiero ser viento!
¡Quiero ser luz en el firmamento!



Ramón Alberto Triay Pedrero.



Mientras sale la luna


Mientras sale la luna
se confunden las sombras
y tu cuerpo y el mío
ya no quieren ser dos.

Se vuelven solo uno
envuelto en la penumbra
que transpira la esencia
de perfumes de amor.

Mientras sale la luna
se olvida la mentira
me confiesas tus ansias
y descubres las mías.

Es más fácil mirarnos
sin sentirnos culpables
es más fácil callarnos
y beber del amor.

Por eso cuando es hora
que se tienda el ocaso
me apresuro al encuentro
de tus cálidos brazos.

Y en ese breve espacio
en que el tiempo no cuenta
me regalo a tus horas
y se olvida el dolor.

Para vivir entonces
mi verdad en la bruma
mi brevedad eterna
mientras sale la luna.



Ramón Alberto Triay Pedrero



El silencio


Cómo duele el silencio
cuando me deja solo
con pecados añejos;
cómo duele el silencio
cuando a solas me encuentro
con mis penas de hoy.

Y no quiero estar solo,
te quiero aquí a mi lado
para decirte todo,
pecado por pecado.
Que tu voz sea el sudario
donde duerma el silencio
y que tus formas llenen
mis espacios abiertos.

Sé que después de todo
viviré redimido
y ya no habrá silencio
que se ensañe conmigo.
Ven, quédate a mi lado
y que tu amor me absuelva,
que tu voz sea el motivo
y el silencio, se pierda.



Ramón Alberto Triay Pedrero


Poema a Mérida
Me gustas de madrugada


Me gustas de madrugada
porque hueles a jazmín,
porque antes de la alborada
toda tú eres un jardín.

Tu calma parece eterna
tu silencio en mi sentir
se vuelve frase callada
y temo verte vivir.

Sé que al despuntar el alba
volverás a ser aquella
atareada, aunque muy bella
ya no podrás ser de mí.

Serás de toda tu gente
y hablarás en voz tan fuerte
que perderás el encanto
de aquella bella durmiente.

Yo te prefiero dormida
porque sé que mi canción
y las notas de mi lira
sólo te hablarán de amor.

Y tú, guiñaras luceros
y me dirás con la brisa
que me quieres cual te quiero,
y tu paz será mi paz,
tu sonrisa mi sonrisa
y cobijado en tu cielo
gritaré a los cuatro vientos:

¡Mérida novia querida
de madrugada te quiero!


Ramón Alberto Triay Pedrero



Dame un sueño.

Dame un sueño y te daré una vida
una vida de felicidad.
Porque la vida nace de sueños
porque lo sueños son ilusión,
las ilusiones son esperanza
son los anhelos del corazón.

Dame un sueño y te daré una vida
una vida de felicidad.
Porque el que sueña, en el alma lleva
todas las notas de una canción,
almas que cantan, almas que sueñan,
almas que saben qué es el amor.

Has castillos en el aire
pinta un mundo de ilusión
pon la fe detrás de un sueño
y tendrás un mundo mejor.


Ramón Alberto Triay Pedrero


Eternamente

Sé Señor que estás ahí,
aunque en mi mente
no hay rostro que yo sienta
que es de ti.

¡Sé Señor que estás ahí!
Que ahí estás eternamente.

Que ahí estás con la medida
de cada eterno segundo,
dejando girar al mundo,
dejando hacer a la gente.

Mirando cómo destruye
cada gota de rocío
y cada brizna de nieve,
¡Sé Señor que estás ahí!

Por cada trino de abril
por cada luz en tu cielo
por cada segundo eterno,
¡Sé Señor que estás ahí!
¡Que ahí estás, eternamente!

Ramón Alberto Triay Pedrero


El trovador

¿Ya no recuerdas amigo de este pobre trovador?
Yo, sin embargo, me acuerdo de cada frase de amor
cuando apoyado al balcón de tu adolescente amada
con mi guitarra le daba el palpitar de tu amor.

¡Ya no te acuerdas amigo de este pobre trovador!
Pues ya tienes a tu amada y yo al pie de otra ventana
sigo bordando canciones, sigo floreciendo amores,
¡Porque nací trovador!

Ramón Alberto Triay Pedrero


Guitarra compañera

Tu cuerpo de mujer de palo santo,
de añoso huayacán tu único brazo,
coronada de nacar y careyes
serás tú, guitarra compañera,
testigo principal de mis quereres
de mis conquistas y de mis fracasos.

Y serás como un arma entre mis brazos
si hemos de defender lo que nos queda
de la bohemia el canto y la romanza.
El fin de nuestra trova no ha llegado
aquí estás guitarra compañera
¡Entonemos un canto de esperanza!


Juanita ternura

“Mariposas, crisantemos y gardenias
para regalarle a la persona amada”,
con cantarina voz va pregonando
Juanita ternura en oloroso andrajo.

Su sonrisa niña, su pregón ya viejo
y el viento que juega su enredado pelo.
En cuanto anochece, como por encanto,
Juanita, sus flores y sus pies descalzos
van por la calzada perfumando el viento.

Así cada noche, cada madrugada,
la frágil figura de solo diez años
se baña de luna entre Ramonales
que adornan las calles de mi viejo barrio.

Se asoma a la vida detrás de sus flores,
y sabe de amores y de amores sabe,
los que viven ocultos entre callejones
y de otros que brillan derrochando soles.

Cuando el sueño llega junto con el día
Juanita ternura, Juanita alegría,
cuenta sus monedas y se va cantando.
Debe haber un Cielo que la está esperando
para cobijarla mientras pasa el día…
¡Juanita ternura, Juanita alegría!


Mi última serenata

Se olvidarán , como se olvida todo
aquellas notas de sutil encanto
que al desgranarse en pos de una ventana
lo mismo eran ofrenda, que reclamo.

Se olvidarán, y dejarán nostalgias
de otra forma de amar, la más hermosa,
cuando un guiño, una sonrisa y una rosa
eran la sal y el pan de nuestras almas.

Cuando sienta que el final se acerca,
mi última serenata entre tus brumas
será más que una ofrenda a tus laureles
tus golondrinas y tus tibias lunas.

Será más que un canto a tus mujeres
o a tus bellas y fugaces peregrinas,
mi última serenata será entonces
una oración por ti, Mérida mía.



Ramón Alberto Triay Pedrero

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