domingo, 28 de diciembre de 2014

Poemas de Ramón Triay Pedrero

No me reproches

No me reproches nada hijo mío
es de humanos errar, quizás comprendas
que mi intención fue buena, y sin reservas
yo quise ante todo ser tu amigo.

Si eres hombre de bien, estoy servido,
y aunque tengas errores, doy por hecho
que tu fragilidad humana y tus defectos
siempre serán reflejo de los míos.

Pues la vida es así, ayer creía
que sería como padre lo perfecto
y hoy que miro en tu rostro esos defectos
tal vez aprenda a corregir los míos.

Claro que no estás bien y no te apruebo,
tal vez comprenda mejor que ayer, estoy seguro
que nuestra perfección es frágil muro
que se derrumba sin haber tormenta.

Sin embargo, hijo mío, ve hacia adelante
y pon empeño en corregir el rumbo,
y no salgas con pretexto alguno…como
-si tan solo soy hijo de mi padre- .

Trata de ser mejor, mejor que nadie,
trata de ser modelo de firmeza,
de honestidad, de respeto y fortaleza
¡Y sé mejor que yo….cuando seas padre!.

Ramón Alberto Triay Pedrero


Padre

Más te aprendí en el invierno
cuando blanqueaban tus sienes,
y ahora, que tú ya no tienes
la fortaleza del roble
con esa mirada noble
me has podido enseñar.

Y yo he podido sentir
que cuando me reprendías
no era solo porque sí,
sino porque me querías.

Ahora que yo he sido padre,
que tengo por quien luchar…
hecho la mirada atrás
y al mirarte como antaño
agradezco tus regaños,
padre, gracias
padre, gracias de verdad.

Ramón Alberto Triay Pedrero


Tardes en mi barrio

Tardes de mi ayer lejano
que hoy regresan con los años,
con el ánimo maduro
mirando a mi descendencia
hacer cabriolas en mi espacio
sembrado de olor a hierba.

Tardes de mi viejo barrio
que hacen desandar el tiempo,
sumergiéndome en las risas
de pelotas y paletas,
risas pintadas de pasto
y escarchadas con arena.

Los palomeros del barrio
decorando las aceras
con sus vitrinas de nieve
que cruje, rebota y truena,
mientras cantan los columpios
con su carga de almas nuevas.

Tardes que parecen tardes
contadas por un abuelo,
envueltas en la nostalgia
familiar de cada feria
al compás del esforzado
ritmo del organillero.

Tardes de ayer y mañana,
sólo tardes, tardes nuevas
tardes que hacen ver mi tarde
cual amanecer cualquiera,
y mientras más se hace tarde,
mi tarde, se hace más bella.

Ramón Alberto Triay Pedrero


La diaria aventura de quererte

Sigo sin conocerte y que dichoso
me siento pues después de tantos años
de palabras de amor o de regaños
descubro diario en ti, mi amor, mi gozo.

Inventas para mí un idioma nuevo
caricias que no hubiera imaginado
me riñes, me reprochas y tu enfado
es picardía de amor que enciende fuego.

Sigo sin conocerte y qué felices
hemos sido los dos por tantos años
de vivir un amor sin desengaños
que pudiera dejarnos cicatrices.

Sigo sin conocerte y he aprendido
que no es lo mismo amarte que tenerte,
y en la aventura diaria de quererte
te habré amado, sin haberte conocido.


Ramón Alberto Triay Pedrero


No hay comentarios:

Publicar un comentario