domingo, 21 de febrero de 2010

LA NODRIZA. José Ma. Eca de Queiroz

Mucho lloró la reina la muerte del monarca,
la muerte del monarca que sucumbió en la guerra.
Llorole como dueño, llorole como esposo;
pero el dolor más hondo de la afligida reina
fue por el padre amante del débil pequeñuelo,
más blanco que las nieves de la empinada sierra
más rubio que la espiga del trigo bien maduro,
tan bello y sonrosado que un sueño de inocencia.
Que es triste que la patria se quede sin caudillo
y es triste que la esposa su amor sublime pierda,
pero es mucho más triste que el principe heredero
que huerfanito y solo, junto a su madre queda
no tenga el cariño del padre que lo amaba
ni tiene quien luchando, lo ampare y lo defienda.
La lucha se aproxima, la lucha esta muy cerca
y es cierto que en la lucha falaz y traicionera
peligra la corona, porque un pariente rudo,
cual lobo de la selva,
quiere robarle al niño quitándole la vida,
el cetro y los tesoros, el trono y la diadema.

Por eso entre crespones que su viudez pregona
llora con amargo llanto la infortunada reina
la muerte del monarca, la muerte del esposo,
la muerte del buen padre, que sucumbió en la guerra

Dos niños duermen juntos y la nodriza vela,
En cuna doselada de espléndido brocado,
en cuna que es tesoro de encajes y de sedas,
reposa el principito cual las espigas rubio
y blanco cual las nieves, penacho de la sierra;
Y al lado de su cuna, en otra más modesta
descansa otro chiquillo de hirsuta cabellera,
un niño cuyo rostro tiene el color del bronce
un niño que es el hijo de la nodriza negra,
de la infeliz esclava que lejos de su patria
con palmas y arenales constantemente sueña
y adora a sus Señores y adora a los dos niños
y a los dos ofrece el jugo de sus venas.

Cuando despunta el alba, cuando la noche llega
doliente y amorosa la desdichada reina
ofrece sus caricia al príncipe heredero
y al pobre africancito de hirsuta cabellera.
Y noches y mañanas solícita y humilde
la esclava dulcemente a los nenitos besa,
hoy besa más al príncipe que al africano negro
pues la nodriza sabe que el hijo de una esclava
no corre los peligros que el hijo del monarca.
La esclava nunca olvida
que en los abruptos montes, al frente de bandidos
más fieros que las fieras, hay un malvado viejo
que su mandoble aguza para cegar airado
la cándida existencia del príncipe heredero
que es vida y esperanza de la bendita reina,
por eso la nodriza besando a los dos niños
al hijo del monarca con más cariño besa.

Un día tañeron las campanas, sonaron los clarines,
roncaron los tambores, gritaron los: "alerta",
luciendo como rayos tizonas bien templadas
corrió en tropel confuso la masa soldadesca;
ante el tremendo empuje de los bandidos bravos
cayeron destrozadas las rechinantes puertas,
y loco de ambiciones y hambirento de rapiñas
aquel pariente rudo cual lobo de la selva,
entróse en el palacio, dejando a sus espaldas
de crímenes y sangre las polvorientas huellas.
Los niños duermen juntos y la nodriza vela,
y al ver cerca el peligro, la esclava valerosa,
llegando hasta las cunas a los niñitos besa,
y lleva al Principito al lecho más humilde
y al hijo de su sangre calladamente acuesta
en la soberbia cuna cubierta de brocados
y orlada con encajes y vaporosa seda.
¡A tiempo se hizo el cambio!...
Pronto en la alcoba regia
entró el furioso tigre, entró el bandido fiero,
y arrebatando ansioso la codiciada presa,
llevóse al pobre niño que se encontró dormido,
¡dormido blandamente en cuna principesca!

Las tropas se rehicieron y en épico combate
cayeron los bandidos al fin de la refriega;
los nobles encontraron en manos del caudillo
como una flor sangrienta,
el destrozado cuerpo de un tierno pequeñuelo
envuelto entre ropitas de encajes y de sedas;
y en la pobre cuna, el Príncipe reía,
y al lado del niñito, todo delicadeza,
la augusta soberana secaba el llanto amargo
de la infeliz nodriza, de aquella esclava negra,
que ante su hijito muerto para salvar el trono,
doblaba la cabeza.

Llevaron a la esclava ante el tesoro regio
para que allí escogiese cuantiosa recompensa;
Allí brillaba el oro llegado de las Indias,
allí se amontonaban las más hermosas perlas,
allí las esmeraldas, zafiros y diamantes
brillaban cual estrellas,
y era el tesoro regio como un jardín de ensueño;
jardín donde las flores un mago trocó en gemas.
-Escoge lo que gustes, elige lo que quieras-
a la infeliz nodriza dijo la felíz reina.

Como la muerte triste, como la muerte pálida,
como la muerte mustia, como la muerte yerta,
la esclava entre sus manos tomó un puñal luciente,
riquísima presea con que un caudillo moro
comprara su rescate
al verse prisionero en lucha gigantesca.
-¡Bien eligió la esclava! -los nobles murmuraron -
y balbuciente y triste, con dolorosa queja,
dijo la humilde esclava,
dijo la esclava negra:
-Al príncipe he salvado, dejadme que me vaya;
el hijo de mi vida mi dulce amor espera;
ya es hora de que beba el jugo de mi seno
ya es hora de que alegre en mi regaso duerma-
!hundiéndose en el pecho el arma del Rey Moro¡
¡Rodó la esclava, muerta!

Eça de Quiroz

11 comentarios:

  1. Esta poesía es una de mis preferidas. Recuerdo que la transcribí a mi ·¨Pequeña selección poética¨ (en un cuaderno escribía las poesías que más me gustaban) apenas la leí, allá por 1962, en 1964 estaba trabajando como docente y junto con otras dos compañeras dirigimos la representación teatral de esta poesía, la hicimos con música de fondo y con mímica, salió sensacional, tanto gustó que tuvimos que hacer otra función un tiempo después. Esto se hizo en Saira, un pequeño pueblo de Argentina y los alumnos pertenecían a la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Bardo de Itzimna por publicar La nodriza en tu blog.

    ResponderEliminar
  3. Soy paraguaya y aquí nos encantan los poemas de esa época! !!!

    ResponderEliminar
  4. Hermoso poema la emoción me dejo en silencio!!
    Muchas gracias

    ResponderEliminar
  5. Cuando yo iba a tercer grado reclamé esta poesía con tanto énfasis q descansaron de aplaudir y hoy con mis 76 años y a gatas se de internet recordé esa poesía entre a ver la vida de eco de Queiroz y pensé la nodriza y oh!!!!alegría saltó a mis ojos la poesía llore como una niña le tenemos porque muchas partes no recordaba

    ResponderEliminar
  6. En la libreta de mi. Madre, copiada por ella, es donde conocí y aprendí a amar este poema siendo niña.
    Hoy, con 79 años, quise recordar... Busque la libreta, que aun conservo, casi destruida por el paso del tiempo y le faltaban partes... Se me ocurrió buscar en
    Google... Y, que emoción, enseguida salto completa a mis ojos.. No puedo explicar lo que sentí.. Alegría, tristeza, muchas emociones diversas imposibles describir.. Soy una aficionada de la declamación.. Gracias por publicarla... Soy de la República Dominicana

    ResponderEliminar
  7. Hay un reto en mi familia, la próxima reunión vamos a hacer un maratón poético, mi esposa, debutará, y por eso buscando la nodriza ¡apareció aquí! Mil gracias.

    ResponderEliminar
  8. Realmente es un cuento y es mucho más extenso y maravilloso

    ResponderEliminar
  9. Hoy tuve nostalgias de otros tiempos y comencé a ordenar papeles de mi madre. Me encontré con su cuaderno donde transcribía las poesías que más le gustaban, las aprendía de memoria y las recitaba luego. Faltaba una hoja, justo la mitad de este poema... busqué y encontré esta página. Tengo un nudo en la garganta, porque a medida que lo iba leyendo, escuchaba en mi corazón la voz de mi madre y la veía encendida recitándolo y terminaba con lágrimas en los ojos. Gracias por la magia de la poesía!!!!

    ResponderEliminar
  10. En el Liceo en Buenos Aires en 1946 una alumna recito este poema que me emociono mucho. Por fin me encuentro con todo el poema del cual solo me acordaba las dos primeras lineas, y con mucho placer he podido leer el poema entero!

    ResponderEliminar