lunes, 15 de marzo de 2010

Amado Nervo dos Poemas

YO NO SOY DEMASIADO SABIO....
Yo no soy demasiado sabio para negarte,
Señor, encuentro lógica tu existencia divina;
me basta con abrir los ojos para hallarte;
la creación entera me convida a adorarte,
y te adoro en la rosa y te adoro en la espina.

¿Qué son nuestras angustias para querer por ellas
argüirte de cruel? ¿Sabemos por ventura
si tú con nuestras lágrimas fabricas las estrellas,
si los seres más altos, si las cosas más bellas
se amasan con el noble barro de la amargura?

Esperemos, suframos, no lancemos, jamás
a lo invisible nuestra negación como un reto.
Pobre criatura triste, ¡ya verás, ya verás!
La muerte se aproxima... ¡ De sus labios oirás
el celeste secreto!


"LLENALO DE AMOR"
Siempre que haya un hueco en tu vida,
llénalo de amor.
Adolescente, joven, viejo:
siempre que haya un hueco en tu vida,
llénalo de amor.
En cuanto sepas que tienes delante de ti un tiempo baldío,
ve a buscar amor.
No pienses: Sufriré.
No pienses: Me engañarán.
No pienses: Dudaré.
Ve, simplemente, diáfanamente, regocijadamente,
en busca del amor.
Qué índole de amor?
No importa.
Todo amor está lleno de excelencia y de nobleza.
Ama como puedas, ama a quien puedas, ama todo lo que puedas...
pero ama siempre.
No te preocupes de la finalidad del amor.
Él lleva en sí mismo su finalidad.
No te juzgues incompleto porque no responden a tus ternuras;
el amor lleva en sí su propia plenitud.


Siempre que haya un hueco en tu vida,
llénalo de amor!

Amado Nervo


"SI UNA ESPINA ME HIERE"
Si una espina me hiere, me aparto de la espina,
... ¡pero no la aborrezco! Cuando la mezquindad
envidiosa en mí clava los dardos de su inquina,
esquívase en silencio mi planta, y se encamina hacia más puro
ambiente de amor y caridad.

¿Rencores? ¡De qué sirven! ¡Qué logran los rencores?
Ni restañan heridas, ni corrigen el mal.
Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores,
y no prodiga savias en pinchos punzadores:
si pasa mi enemigo cerca de mi rosal,

se llevará las rosas de más sutil esencia;
y si notare en ellas algún rojo vivaz,
será el de aquella sangre que su malevolencia
de ayer vertió, al herirme con encono y violencia,
y que el rosal devuelve, ¡trocado en flor de paz!

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