sábado, 20 de marzo de 2010

Mater Admirabilis . Antonio Medíz Bolio

Antonio Medíz Bolio fue un abogado, poeta, periodista, mayista, historiador y político mexicano, nacido en Mérida, Yucatán, en 1884, y muerto en la Ciudad de México en 1957. Fue hermano de dos connotados escritores yucatecos: Fernando y María, ambos también maestros.
Terminó la carrera de leyes en el Instituto Literario del Estado de Yucatán, graduándose de abogado en 1907 con la tesis El derecho de huelga. Muy joven inició sus actividades como periodista en La Revista de Mérida, dirigida por Carlos R. Menéndez, donde publicó sus primeros poemas. Luego colaboró en Pimienta y Mostaza y en El Salón Literario. Fue también colaborador del diario México Nuevo dirigido por el periodista Juan Sánchez Azcona.
Fue Secretario de Gobierno en Yucatán en 1903. Colaboró en el gobierno de Salvador Alvarado como director de La Voz de la Revolución, periódico que surgió como resultado de la incautación de la Revista de Yucatán al periodista Carlos R. Menéndez con quien sostuvo, sin embargo una gran amistad después de esos acontecimientos. Sufrió persecución política por el hecho circunstancial de haber sido Diputado -la primera ocasión- en el tiempo en que se suscitó el golpe de estado de Victoriano Huerta en contra del Presidente Francisco I. Madero. Como resultado de esto tuvo que abandonar el país, expatriándose en La Habana, en donde trabajó en el Heraldo de Cuba, periódico desde el que combatió la usurpación de Huerta.
Ya de regreso en México, fue precandidato en 1933 al Gobierno del Estado de Yucatán resultando perdedor frente a César Alayola Barrera, quien gobernó Yucatán entre 1934 y 1935. Otra vez Diputado federal en la XXIII Legislatura y, más tarde, Senador de la República en la XLII Legislatura al Congreso de la Unión. Se desempeñó asímismo en el servicio exterior, como primer secretario de la legación mexicana en España, en Suecia, en Argentina, en Colombia y como embajador en Costa Rica.
Políticamente se le conoció por sus posturas conservadoras y conciliatorias.
Obra literaria [editar]
Pero fue en el campo de la literatura en el que alcanzó altas cimas, gloria y reconocimiento generalizado, tanto en su patria como en el extranjero. Escritor de talla excepcional. Inspirado Poeta. Con amplia cultura y niveles de erudición en muchos ámbitos. Dominaba la lengua maya y tradujo a tal lengua y de ese idioma al español una buena cantidad de obras. Desempeñó asímismo la docencia en cuestiones mayas, particularmente en historia y literatura. Fue profesor de literatura maya en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Escribió poesía, teatro, historia, novela, ensayo, guiones cinematográficos, comedia, fábula, zarzuela y opereta. En fin, un verdadero polígrafo.
Poesía [editar]

* Evocaciones (1903) Prologo de Delio Moreno Cantón.
* La casa de Montejo (1913)
* En medio del camino (1919) que contiene el célebre poema Manelich
* La Casa del Pueblo del Mayab (1928)
* Mater Admirabilis (1942)
* Las cuatro Colmayel. Las madres de las flores (1946)
* Siete poemas. Ilustrado por Fernando Castro Pacheco (1950)
* Mi tierra es mía con dibujos de Fernando Castro Pacheco (1953)
* Caminante del Mayab poema musicalizado por Guty Cárdenas
* Yukalpetén poema musicalizado por Guty Cárdenas
* Campanitas de mi tierra poema musicalizado por Guty Cárdenas

Prosa (novela y teatro) [editar]

* La tierra del faisán y del venado, poesía en prosa. Tal vez su obra cumbre, prologada por Alfonso Reyes. La primera edición fue ilustrada por Diego Rivera.
* Alma bohemia Drama en tres actos (1905)
* La guerra (1905)
* Las dos noblezas (1906)
* Suerte perra (1907)
* Vientos de montaña (1908)
* El sueño de Iturbide (1910)
* La ola (1917)

Zarzuela, Opereta y Poemas sinfónicos [editar]

* El marquesito enamorado (1917)
* La flecha del sol (1918)
* El acatamiento de Don Quijote a doña Consuelo Mayendía, alta y vencedora princesa de la jácara y del donaire (1919)
* Soñando (1924)
* La fuerza de los débiles (1927)
* La tierra del faisán y del venado (1928)
* El asesino (1930)
* Cenizas que arden (1948)

Ensayos [editar]

* El libro del Chilam Balam de Chumayel (1930)
* Introducción al estudio de la lengua maya (1943)
* Interinfluencia de la lengua maya y el español de Yucatán (1951)
* A la sombra de mi ceiba (1956)
* Historia de las revoluciones de Yucatán, desde la conquista hasta nuestros días (Póstuma)

Reconocimientos [editar]

* Fue miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua, ingresó el 23 de mayo de 1951 y ocupó la silla III.[1]
* Doctor Honoris Causa de la Universidad del Sureste

Poema ¡Mater admirabilis!
Todos los hombres de todos los tiempos
aprendieron a hablar con esta palabra,
las luces de los cielos se encendían oyéndola,
los árboles de la tierra florecieron escuchándola,
y los pájaros la cantaron en sus nidos
y en el bramido de las fieras retumbaba.

Cuando nació la vida, todo dijo:
¡Madre luz!,
¡Madre tierra!,
¡Madre agua!
y se prendieron los fuegos de los sacrificios
en las cimas broncas de las montañas.

Y la primera diosa de los hombres
fue la madre de aquel que bajaba
todos los días a fecundar al mundo
desde los cielos llenos de llamaradas.

¡Isis! – dijeron en el misterio de los templos
los sacerdotes de las mitras doradas.

¡Ceres! – cantaron coronados de rosas
los hierofantes de la Hélade blanca.

¡Astarté! – en los mares fenicios
gritaron las voces de los nautas.

Y hace doscientos siglos, en el tiempo
en que el tiempo no se contaba,
¡Kinich Kakmó!,
¡Madre de la vida!,
¡Madre de la fuerza!,
¡Madre de la llama!
¡En la gloria mística de los solsticios
clamaban en éxtasis nuestros padres mayas!

¡María!, en la hora de los evangelios
la luz de los cielos desciende a las almas
y en medio del claro vuelo de los ángeles
sobre los humildes llenos de esperanza;
la mujer que tiene un manto de luceros
y el dragón vencido bajo de sus plantas
mares de dulzura derrama en la tierra
que hasta ella los ojos dolientes levanta,
con sed de ternura y hambre de justicia,
y con voz de herida humanidad le llama
¡Madre de Dios!,
¡Madre de misericordia!
y ella tiene al pecho, siete puñaladas
y en los ojos tiene siete estrellas fúlgidas
y lluvia de dones corren por sus lágrimas.

Dolor infinito y amor sin orillas,
¡Dolor y amor!, madre por divina gracia
¡Dolor y amor!, altas luces de la vida
¡Dolor y amor! grandes y eternas palabras.

Madre de los hombres, excelso prodigio
chispa de Dios dentro de la arcilla humana.
Mater dolorosa, la que siente al hijo
que al llegar al mundo, le rompe la entraña;
la que luego gime junto al negro túmulo
de aquel que ya nunca volverá a besarla.

La que sufre el crudo martirio sin nombre
de los abandonos, que desvelos pagan,
pero que perdona, que perdona siempre,
y bendice el filo que le hiere el alma.

La que llora el hondo vacío de la ausencia
y todas las noches enciende una lámpara
y todos los días reza porque vuelva
aquél que está lejos y no dice nada.
La que entrega el hijo, cuando se lo pide
La Madre de Madres, que se llama Patria.

La que en el silencio de los camposantos
vestida de luto como sombra pasa,
con las manos llenas de flores humildes,
y los ojos llenos de fúlgidas lágrimas.

!Mater amorosa que mece la cuna¡
¡Madre que sonríe, que sueña y que canta!
cuando el niño cierra los ojos que ignoran
las cosas terribles que la vida guarda.
La que peina y riza los bucles de oro
como un sol de fiesta, toda iluminada,
la que a todo pecho de ilusión respira
mientras los pañales pequeñitos lava,
la que borda luego la inicial de ensueño
sobre el joven pecho que revienta en ansias;
!La que besa el laudo que ganó el artista¡
y la cruz que el bravo !ganó en la batalla¡.

la que aroma el lecho del galán que busca
besos de quimera en reja romántica
o besos prohibidos en la pecadora fiesta
que su sangre de incendio arrebata.
!La que por un beso, sólo por un beso¡
casto y luminosos !sin dormir aguarda¡

La que teje el velo nupcial de la hija
que de su regazo florido se marcha
a los brazos recios del que se la roba
¡Porque así la vida, sin piedad lo manda!
La que luego enciende fuegos de alegría
y con rosas vivas el techo enguirnalda,
cuando el que ha sufrido retorna pidiendo
paz de nido para sus deshechas alas
descanso y abrigo para su fatiga;
manos que se posen en sus frías canas
y otra vez canciones que arrullen su sueño
y otra vez caricias que curen su alma.

¡Madre de los héroes!,¡Madre de los mártires!,
¡Madre del soldado que cayó en campaña!,
¡Madre del que sueña con la gloria arisca!,
¡Madre del que busca paz sin encontrarla!,
¡Madre del que vence con fortuna y fama!,
¡Madre de mendigos y de paladines!,
!de triunfantes próceres y de obscuros parias¡

¡Sean todas benditas en todas las lenguas,
por todos los hombres de todas las razas!
¡Mater admirabilis!
¡Santas madres nuestras!
¡Qué nos dieron todos sin pedirnos nada!


MANELICK. Antonio Medíz Bolio
Como una cabra arisca bajó de su montaña,
de su montaña que era salvajemente huraña,
como su espíritu hecho a las bravas alturas
como su cuerpo donde dejaron huellas duras
el sol de fuego, el soplo de las tormentas locas
las mordidas de lobos y arañazos de rocas.
Bajo de sus picachos a la llanura un día
allá dejó el rebaño,la choza, la jauría,
los agrios vericuetos, las claras soledades
dominio de las aguilas y de las tempestades.
Arriba dejó todo cuanto su vida era
y con un dulce sueño dentro del alma de fiera
vino a la tierra baja,la tierra misteriosa
que él miraba de lo alto como una vaga cosa
que no le era dado conocer hasta cuando
bajase por su amada, que lo estaba esperando.

La amada, la hembra llena de suavidad, aquella
que el miraba en las noches temblar en cada estrella,
a la que luego en sueños como una luz veía
y que en el sol brillaba al despertar el día.
Aquella en quien pensaba sin tregua año con año
viendo como en el risco se juntaba el rebaño,
y como en el silencio del monte dormido
las águilas buscaban el calor de su nido.

Y así vibrante, bajo las pieles de su sayo,
su ser, quizá engendro de una nube y un rayo,
ingenuo y primitivo, enamorado y fuerte,
el pastor bajó ese día de cara hacia la muerte.
Y allí en la tierra baja, en la tierra del amo
Manelick halló cruda decepción al reclamo
de un amor que él creía nuevo, fértil y suyo,
suyo no más, alegre como temprano arrullo
de tórtola, como eco de canción, un cariño
como un regazo donde durmiera un niño.
Y supo que allí, lejos de los hozcos rediles
que dejó en las montañas, los hombres eran viles
más viles y traidores que las malas serpientes
que abajo se arrastran, lo mismo que las gentes.
Y supo que su amo, el amo que le daba
la mujer que allá arriba como en sueños soñaba,
era más vil que todos y que también mentía
y que era como un lobo que robaba y huía.
Y supo algo más horrible, la mujer de su sueño
era del amo, el amo era el único dueño
de todo, de la tierra, del amor de su vida;
él era solo un siervo, la bestia escarnecida,
una cosa, un pedazo de carne esclavizada
sin derechos, sin honra, sin amor y sin nada.
Y entonces, entre el asco de toda la mentira
de toda la cruel befa del mundo, sintió ira,
ira trágica y noble de león provocado
que se ha dormido libre y despierta enjaulado,
y oyó que de él reían como de simple y bobo
de él, que igual que un hombre estrangulaba un lobo¡
y ya no pudo más un día se alzó contra el tirano
y le arrancó la vida, con su plebeya mano
se hizo justicia el siervo, todos enmudecieron
ante el soberbio triunfo y estupefactos vieron
como el pastor hirsuto, !la brava bestia humana
con su mujer en brazos se marchó a la montaña¡

!Oh Manelick, oh plebe que vives sin conciencia
tu vida oprobiosa, que arrastras tu existencia
dócil al yugo innoble, que adormeces tu alma
de hierro en el marasmo de ignominiosa calma.
!Oh carne santa y pura del pueblo, carne abierta
por el golpe del látigo infamador¡ !Despierta¡
cuando entre la impudicia de los hombres te sientas
cuando en tu pecho el odio desate sus tormentas,
cuando todos te nieguen y te insulte el orgullo,
!levántate y exige que te den lo que es tuyo¡

Si sientes la injusticia desgarrándote el pecho,
si te estrujan la vida, si te infaman el lecho,
si te pagan la honra con mezquino mendrugo
no envilezcas de miedo soportando al verdugo.
No lamas como un perro la mano que te ata.
!haz pedazos los grillos y si te asedian, Mata¡
Que la soberbia aleve halle tu brazo alerta,
a veces es justicia que la sangre se vierta.
No temas nada y Hiere, porque Dios es tu amigo
y por tu brazo a veces desciende su castigo.

!oh Manelick, Oh plebe que vives en la altura¡
Ven a la tierra baja, desciende a la llanura,
y cuando aquí te arranquen en miserable robo
tu ilusión, !que tus manos estrangulen al lobo¡
! que fulmine el rayo que vibra en tus entrañas
y después con lo tuyo, Regresa a tus montañas¡

1 comentario:

  1. Uno de los más grandes poemas a la madre, que se produjo en el estro de Don Antonio Médiz Bolio.

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