domingo, 21 de marzo de 2010

Ruego.

Oye cuando me muera que me entierren
en una tumba humilde y olvidada
en el rincón final del cementerio
a donde nadie a perturbarme vaya.
Y que en ella no ponga vida mía
la vanidad humana,
inscripciones en marmol ni laureles
ni siquiera una flor modesta y santa.

Que nadie sepa nunca
que allí el vencido luchador descansa
porque allí, muy solo, cuando perciba
rumor de pasos en la arena blanda
y sienta menos frío
en la cárcel estrecha de mi caja,
pensaré que eres tú, que habrás llegado
a desgranar las perlas de tus lágrimas
sobre el montón de tierra miserable
que cubrirá mi tumba solitaria;
Del azul entonces como un pájaro
descenderá mi alma
a prender en los rizos de tu frente
la caricia de seda de sus alas,
y a escuchar de rodillas
!el triste madrigal de tu plegaria¡

2 comentarios:

  1. Precioso, ¿pueden decir quién es el autor? Gracias.

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  2. Lo obtuve de una libreta dónde mi abuela y mi padre fueron conservando la mayoría de estos poemas. Alguna lamentablemente no tienen autor, he buscado sin éxito el autor.-

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