lunes, 15 de marzo de 2010

Cielo y Mar. Margarita. Ruben Darío

Poeta nicaragüense nacido en Metapa, hoy Ciudad Darío, en 1867.
Fue, sin duda alguna, uno de los poetas hispanoamericanos que más decididamente cambió el rumbo de las letras hispánicas.
Publicó sus primeros versos a los once años, y a finales del siglo XIX, ya consagrado, publicó "Azul", obra con la que se inició «oficialmente» el Modernismo Hispanoamericano.
Al final de su vida se hundió en un ambiente bohemio, muriendo olvidado por todos en 1916.

Abrojos

Lloraba en mis brazos vestida de negro,
se oía el latido de su corazón,
cubríanle el cuello los rizos castaños
y toda temblaba de miedo y de amor.
¿Quién tuvo la culpa? La noche callada.
Ya iba a despedirme. Cuando dije "¡Adiós!",
Ella, sollozando, se abrazó a mi pecho
bajo aquel ramaje del almendro en flor.
Velaron las nubes la pida luna...
Después, tristemente lloramos los dos.

Sobre el diván

Sobre el diván dejé la mandolina
y fui a besar la boca purpurina,
la boca de mi hermosa Florentina.

Y es ella dulce y rosa y muerde y besa;
y es una boca rosa, fresa;
y Amor no ha visto boca como esa.

Sangre, rubí, coral, carmín, claveles,
hay en sus labios finos y crueles,
pimientas fuertes, aromadas mieles.

Los dientes blancos riman como versos,
y saben esos finos dientes tersos,
mordiscos caprichosos y perversos.

Que el amor no admite cuerdas reflexiones

Señora, el Amor es violento,
y cuando nos transfigura
nos enciende el pensamiento
la locura.

No pidas paz a mis brazos
que a los tuyos tienen presos:
son de guerra mis abrazos
y son de incendio mis besos;
y sería vano intento
el tornar mi mente obscura
si me enciende el pensamiento
la locura.

Clara está la mente mía
de llamas de amor, señora,
como la tienda del día
o el palacio de la aurora.

Y al perfume de tu ungüento
te persigue mi ventura,
y me enciende el pensamiento
la locura.

Mi gozo tu paladar
rico panal conceptúa,
como en el santo Cantar:
Mel et lac sub lingua tua.
La delicia de tu aliento
en tan divino vaso apura,
y me enciende el pensamiento
la locura.


A Margarita Debayle
Margarita, está linda la mar
y el viento
lleva esencia sutil de azahar.
Yo siento
en el alma una alondra cantar:
tú acento.
Margarita, te voy a contar
un cuento.

Este era un rey que tenía
un palacio de diamantes.
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes.
Un kiosco de malaquita,
un gran manto de tisú
y una gentíl princesita,
tan bonita, margarita,
tan bonita, como tú.

Una tarde la princesa,
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa,
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
y una pluma y una flor,
las princesas primorosas,
se parecen mucho a ti;
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros, son así.

Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella,
que la hacia suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.
De los parques del señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: ¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé,
y ¿Qué tienes en el pecho,
que encendido se te ve?
La princesa no mentía
y así dijo la verdad:
Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad.
Y el rey clama: ¿ No te he dicho,
que el azul no hay que tocar?.
¡Qué locura, que capricho,
el señor se va a enojar!
Y dice ella: No hubo intento;
yo me fui...no se porque;
por las olas y en el viento
fui a la estrella y la corté.
Y el papá dice enojado:
un castigo has de tener:
Vuelve al cielo, y lo robado
vas ahora a devolver.

La princesa se entristece
por su dulce flor azul,
cuando entonces se aparece,
sonriendo el buen Jesús,
y así dice: en mis campiñas,
esa rosa le ofrecí;
son las flores de las niñas,
que al soñar piensan en mí.
Viste el rey ropas brillantes
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes,
a la orilla de la mar.
La princesa esta bella,
pues ya tiene el prendedor,
en que luce con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
Tu aliento.
Ya que lejos de mi vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
del que un día te quiso contar
un cuento.

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